domingo, 10 de febrero de 2008

CINEMATOGRAFÍA DEL DESASOSIEGO.

INLAND EMPIRE. David Lynch.

Lynch es ese tipo de cineasta que o lo amas o lo odias, o ves todas sus películas de rodillas, o ves una y te levantas a la mitad y lo pones en la lista negra. Yo soy de los que dan gracias por que exista alguien así, capaz de hacer cine que transgrede los convencionalismos y que alcanza un nivel estético y significativo tan singular.

Su última obra, vuelve a discursear sobre ese Hollywood oscuro, insidioso, truculento, que ya aparecía en Mullholland Drive, pero con más saña si cabe, más macabro y sombrío. Son sobrecogedores esos planos oscuros de pasillos mal iluminados y puertas semiabiertas, pero aún lo son más esos diálogos de personajes en primerísimos primeros planos, rostros con expresión perpleja ante un diálogo kafkiano, que provoca una sensación de ominosidad en el espectador, obligado a actuar desde el polo opuesto de la pasividad. No es un relato fácil, ni siquiera funciona como relato en la medida en que Lynch usa a la protagonista, una estupenda Laura Dern de rostro ora angélico ora demoniaco, para representar dos papeles, en un giro suyo tan característico que ya vimos en películas anteriores. Por un lado es una famosa actriz de Hollywood que consigue el papel protagonista de una película con inquietantes antecedentes, por otro es una prostituta que se siente perseguida y amenazada por alguien. La película está llena de escenas que parecen no venir a cuento, pero que aportan una gran carga conceptual y son una genialidad visual (como las conversaciones en polaco o las escenas de los "conejos").

Personalmente no he disfrutado con Inland Empire tanto como con Mullholland Drive, Carretera Perdida o Terciopelo Azul, pero es un trabajo que sigue demostrando la capacidad del desasosegante Lynch para articular discursos cinematográficos diferentes y de calidad(.

(AÑADIDO 1)

Frente al cine acusado de sometimiento a lo literario (la puesta en imágenes de un texto), Lynch (linchar, en inglés), es uno de los autores capaces de transgredir las estructuras del relato para acceder a una experiencia cinematográfica más pura y libre, capaz de eliminar la lógica newtoniana de la narración.
La discontinuidad espacial y narrativa, la sustitución del cuerpo protagonista, su duplicación de rol, los rodajes invertidos, son algunos rasgos formales de un cine que presenta entre otras cosas "lo sublime de nuestros infiernos", como señala José R. Zamora. Es una maniobra de desocultación, que el propio Lynch explica en relación a su trabajo pictórico, para mostrar lo que el cine parecía incapaz de mostrar. Este ejercicio arriesgado de equilibrismo y magia, me hacen sentir que muchas veces, el cine de Lynch camina cercano a la videocración más escenográfica, pero sorprende la capacidad para mantener el rescoldo de un hilo de Ariadna a través del corpus audiovisual, capaz de mantener al espectador atento a un no-relato en el que sin embargo se sigue contando una historia. Nunca de manera fácil, porque el cine de Lynch, como la literatura para "lectores no-hembras" (que acuñaron Borges y Cortázar), exige ser penetrado al tiempo que penetra en nuestra retina.

P.D.:Nunca se bebió café con tanta devoción y fruición (contagiosas) como en Twinpeaks. Pero son notables los altibajos entre los episodios que dirige Lynch y los que no.

1 comentario:

patry dijo...

amén por david lynch, tengo q ver esa nueva obra contigo.
a mí me ha dado ahora por ver cosas de Gus Van Sant, no estan mal pero David es David...como mi Perico Almodovar, en fín cariño q cuando me recupere de este letargo voy a visitar tu latita de sardinas y a comer regañas!!! por cierto he de decirte q tu madre sale mu guapa en los oscar, lo q yo no sabia es q javier bardem y tú teníais parentesco familiar...joe q casa de artistas!!!
besugos